Axollohua y Cuauhcohuatl fueron a Acatitlan (lugar donde abundan los carrizales) y en la cima de un Huey Tenochtli (una gran penca de nopal) vieron que se posaba un águila, teniendo debajo de sí un nido cuyo lecho era del tamaño de sus alas extendidas y en el que asentaba sus grandes garras esta ave preciosa. Cuauhcohuatl regresó diciendo: “He visto un lugar donde el agua parece tinta azul, allí se accidentó Axollohua, hundiéndose y murió, pues se sumergió en el agua junto al carrizal, allá donde está el nopal en el que se posa un águila. Al día siguiente, ya pareció Axollohua y refirió: “Fui a ver a Tlaloc, me llamo y me dijo: ya llegó mi hijo Huitzilopochtli, esta es su casa, que es el único a quien debe quererse y permanecerá conmigo en este mundo”.